Desde el rincón tranquilo de mi día a día, sin voz que me deje comunicarme, con tiempo escaso y bolsillos rotos. Ojos de noctambulo, sucias las manos, hasta puede que drogado y con zapatos de pesado plomo. Enlazando el verano con ese santo, en plural.
Así estoy aquí estoy, hipnotizado, delirando, sonriendo, masticando y escurriendo el sudor, buscando unas pepitas de oro negro.
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